El 11 de octubre realizamos una jornada de elaboración de wagashi (dulces japoneses tradicionales) junto con la Asociación de Damas de Amambay. Los dulces fueron preparados para servirse al día siguiente, durante el Festejo del Día de los Adultos Mayores 2025 de la Asociación Cultural Japonesa de Amambay, acompañados con té matcha.
A pesar de estar ocupadas con los preparativos del evento, muchas personas participaron alegremente en la actividad, creando un ambiente animado y divertido. Entre los dulces elaborados se encontraba el “Ichigo no awayuki kanten”, un hermoso postre que combina el rojo brillante de las frutillas de temporada con el blanco esponjoso del agar; el suave warabi mochi, fácil de comer; y como pieza principal, dulces elaborados con nerikiri.
En el mundo del té japonés, los dulces se clasifican en tres tipos: Higashi (干菓子): dulces secos, Han-namagashi (半生菓子): dulces semisecos que conservan algo de humedad, y Namagashi (生菓子): dulces frescos, que no se conservan por mucho tiempo.
El nerikiri pertenece a los “jōnamagashi” (上生菓子), es decir, los dulces frescos de categoría superior. Se preparan mezclando pasta de porotos blancos (shiro-an) con ingredientes aglutinantes como gyūhi (masa de arroz glutinoso) o ñame, y se moldean en formas que representan flores o motivos de temporada. En esta ocasión, la pasta blanca se elaboró con manteca, gracias a la Sra. Asada de la Asociación de Damas, quien la preparó con antelación.
En el taller se enseñaron tres modelos básicos: “sakura” (flor de cerezo), “kiku” (crisantemo) y “usagi” (conejo). Luego, cada participante creó sus propias versiones con total libertad. Algunas personas añadieron detalles en los pétalos, y se formaron flores realmente hermosas. Aunque el conejo resultó un poco difícil, terminó convirtiéndose en un divertido zoológico de dulces. Parecía un trabajo de arcilla artística, y las risas llenaron el lugar al contemplar las creaciones terminadas.
Durante el Festejo del Día de los Adultos Mayores, la Asociación de Damas y la Asociación de Jóvenes prepararon el té matcha y lo sirvieron con sumo cuidado, cuidando incluso la orientación del tazón al ofrecerlo a los homenajeados. Después de las presentaciones de danza y tambores, los niños también participaron preparando el té, y disfrutaron mucho de los dulces, comiéndolos con entusiasmo.
Aunque al producir una gran cantidad hubo algunos fallos —por ejemplo, en la correcta formación de las dos capas del agar—, gracias a la rápida intervención y buena disposición de la Asociación de Damas de Amambay, todo se resolvió sin inconvenientes. Estoy muy agradecida.
Poder elaborar dulces japoneses aquí, en Sudamérica, parece un sueño hecho realidad. Esto es posible gracias a las familias nikkei que han continuado cultivando los ingredientes japoneses con dedicación. Todavía hay muchos wagashi que pueden hacerse con los productos locales de este país. Me encantaría seguir creando juntos diversos dulces japoneses en el futuro.






